El transporte de ingredientes y productos alimenticios representa casi una quinta parte de todas las emisiones de carbono en el sistema de alimentos. Una porción mayor del total de emisiones de lo que se pensaba, según la primera estimación integral de la huella de carbono global de la industria.
Un estudio de la Universidad de Sídney publicado en la revista Nature Food señala que el transporte de alimentos constituye el 19% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Esto equivale al 6% de las emisiones de todas las fuentes. Y precisa que los países de altos ingresos son responsables de casi la mitad de estas emisiones.
La Asociación del Transporte Internacional por Carretera afirma que el transporte pesado de mercancías por carretera aporta el 4,5 % de las emisiones de gases de efecto invernadero dentro de la Unión Europea. En especial, dióxido de carbono, metano, ozono y óxido nitroso.
Además, el estudio indica que la limpieza de tierras para la agricultura, la cría de ganado y el traslado de alimentos hacia y desde las tiendas agrega una gran cantidad de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
La Organización de Naciones Unidas estima que cultivar, procesar y envasar alimentos representa un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto ha llevado a una explosión de estudios que investigan cómo los sistemas alimentarios impactan el clima. Desde causar cambios dañinos en el uso de la tierra hasta la liberación de gases de efecto invernadero, dijo Jason Hill, científico ambiental de la Universidad de Minnesota en St Paul.
El estudio refiere que la complejidad del sistema de alimentos dificulta la medición de las emisiones, particularmente las del transporte. Anteriormente, la mayoría de las investigaciones subestimaron las emisiones porque se centraron solo en las generadas al mover un solo producto, como una barra de chocolate, hacia y desde la tienda. Este método tendía a pasar por alto la multitud de otros camiones, barcos y aviones involucrados en las emisiones y en la recolección de todos los ingredientes necesarios para hacer la barra de chocolate, comentó Mengyu Li.
Con la esperanza de cerrar esta brecha, la investigadora de sustentabilidad de la Universidad de Sydney en Australia, y sus colegas acumularon datos de 74 países y regiones. Y observaron de dónde procedían los alimentos, adónde iban y cómo se movían de un lugar a otro. Descubrieron que, en 2017, el transporte de alimentos arrojaba emisiones equivalentes a 3,0 gigatoneladas de CO2 a la atmósfera, hasta 7,5 veces lo que se estimó previamente.
Las naciones ricas fueron responsables de generar casi la mitad de las emisiones del transporte internacional de alimentos, a pesar de que representan solo alrededor del 12% de la población mundial. Los países de bajos ingresos, donde vive alrededor de la mitad de la población mundial, generaron solo el 20% de las emisiones de ese transporte.
Esta diferencia surge en parte porque es más probable que las naciones ricas importen alimentos de todo el mundo. También usan refrigeración cuando mueven frutas y verduras frescas, que son extremadamente intensivas en carbono. El movimiento de frutas y verduras generó el doble de la cantidad de CO2 producido al cultivarlas.
Li estimó que «los sistemas alimentarios mundiales contribuyen en un 30% al total de las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el hombre. Dbido al transporte, la producción y el cambio de uso del suelo. Por tanto, el transporte de alimentos, con un 6% aproximadamente, representa una proporción considerable de las emisiones totales».
Sostuvo que las emisiones del transporte de alimentos suman casi la mitad de las emisiones directas de los vehículos de carretera.
Entretanto, David Raubenheimer, ecologista nutricional explicó que antes del estudio «la mayor parte de la atención en la investigación sobre la alimentación sostenible se ha centrado en las elevadas emisiones asociadas a los alimentos de origen animal. En comparación con los vegetales. Nuestro estudio demuestra que, además de cambiar hacia una dieta basada en plantas, lo ideal es comer localmente, especialmente en los países ricos», sugiere.
Utilizando su propio marco llamado FoodLab, los investigadores calcularon que el transporte de alimentos corresponde a unas 3 gigatoneladas de emisiones anuales. Esto equivale al 19% de las emisiones relacionadas con la alimentación.
Su análisis incorpora 74 países (de origen y de destino); 37 sectores económicos (como hortalizas y frutas; ganadería; carbón y fabricación); distancias de transporte internacionales y nacionales; y masas de alimentos
Aunque China, Estados Unidos, India y Rusia son los principales emisores del transporte de alimentos, en general, los países de renta alta contribuyen de forma desproporcionada. Países como Estados Unidos, Alemania, Francia y Japón constituyen el 12,5% de la población mundial y, sin embargo, generan casi la mitad (46%) de las emisiones del transporte de alimentos. Australia es el segundo mayor exportador de emisiones del transporte de alimentos, dada la amplitud y el volumen de su producción primaria.