Turquía atraviesa una grave crisis alimentaria que comenzó en 2015 y que se ha extremado con la guerra en Ucrania, el cambio climático y la alta presencia de refugiados. Para revertir esa dramática situación intenta revivir un plan de 2016 de arrendamiento de tierras agrícolas en Sudán.
A medida que la situación se agudiza por la escalada inflacionaria y los precios de los alimentos se duplican, ese país busca salidas. Una de ellas es reimpulsar los términos del plan para arrendarle a Sudán, unas 850.000 hectárea de tierras de cultivo por 99 años, en la cuenca del Nilo Blanco. Así como la apertura de un corredor de granos en el Mar Negro.
En 2016 se inició de manera incipiente el plan pero los problemas de propiedad, almacenamiento y seguridad paralizaron el proyecto. El país también experimentó agitación política.
Esta vez, Turquía dice que hará las cosas de manera diferente. Volverá a planificar el proyecto e invertirá para cultivar cultivos que no pueden sobrevivir en Turquía debido a las condiciones climáticas.
El ministro turco de Agricultura y Silvicultura, Vahit Kirişci, dijo a los legisladores el mes pasado que arrendar tierras agrícolas en Sudán será un paso crucial para impulsar la seguridad alimentaria.
El nuevo plan dará prioridad a la producción de maíz, girasol, algodón y caña de azúcar. Y será coordinado por la Dirección General de Empresas Agropecuarias (TIGEM) del país. Para satisfacer las demandas de exportación, se está considerando el cultivo de piña, mango y canola.
Sudán espera que el proyecto también lo ayude a alimentar a su población. Según Naciones Unidas, cerca de 12 millones de personas podrían enfrentar una inseguridad alimentaria aguda en ese país este año.
Pero no solo Turquía busca solventar su crisis alimentaria en tierras africanas. Gran Bretaña arrendó 4,4 millones de hectáreas de tierra en África, igual a la superficie de Dinamarca según el informe de la Organización Mundial del Comercio, 2013.
El tamaño de la tierra arrendada por EE UU por el mismo método es de 3,7 millones de hectáreas. La República del Congo ha arrendado 8,1 millones de hectáreas de tierra, mientras que Sudán 4,7 millones de hectáreas.
Tales acuerdos atraen protestas locales por ser neocolonialistas. Especialmente en un continente donde la propiedad de la tierra es un tema tenso para muchos y una causa de varios conflictos.
En el pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) caracterizó los arrendamientos de tierras tan grandes por parte de los países más ricos como «acaparamientos de tierras». Entonces afirmó que «detrás de cada acaparamiento de tierras hay un acaparamiento de agua». Una crisis y conflicto por el agua.
Algunos analistas también lo atribuyen a un nuevo colonialismo, a una injerencia extranjera o formas de dominación.
La FAO indicó que estas inversiones podrían convertirse en una fuente de conflicto y que no serían sostenibles a menos que se implementen de forma equitativa. Consideró además que esos capitales extranjeros sostenibles en los países menos desarrollados deberían suponer una contribución real a su crecimiento. A través de la transferencia de tecnología, la creación de empleo y los ingresos añadidos.
Asimismo sugirió que estos arrendamientos o acaparamientos de tierras deberían «tener en cuenta los derechos de los participantes locales y los problemas de la seguridad alimentaria propios y del desarrollo rural”.
En Senegal, Etiopía y Nigeria, el rápido crecimiento de la población superó el establecimiento de nuevas tierras de cultivo, lo que resultó en una disminución significativa por persona. En países donde las personas dependen en gran medida de la agricultura de subsistencia para obtener alimentos, esto puede ser una señal de advertencia de una posible inseguridad alimentaria.
Turquía está conversando con más de diez países para abordar su crisis alimentaria a través de rentar tierras agrícolas en el extranjero, informó Hurriyet. Autoridades turcas se han estado reuniendo con funcionarios de Venezuela, Ucrania, Sudán y algunos otros países africanos y latinoamericanos para entablar consultas, añadió el diario.
Turquía intentó arrendar 850.000 hectáreas de terrenos en Sudán pero se detuvo el proyecto. El plan será replanteado y se dará prioridad a productos agrícolas no producidos en Turquía debido al clima o a otros motivos.
El ministro Kirisci dijo en un evento agrícola en la provincia sudoriental de Diyarbakir que Turquía tiene previsto comenzar el cultivo de trigo en Venezuela. En medio de las crecientes preocupaciones por una escasez mundial del producto por la guerra en Ucrania. Este fue uno de los temas clave durante la visita de Nicolás Maduro a Turquía.
“Produzcan 100 kilogramos de trigo y tomen 70 para sus propios fines y dejen 30 para nosotros”, citó a Maduro en su propuesta el sitio de noticias T24. Maduro realizó una visita oficial a Turquía en busca de inversiones turcas en los campos de comercio, energía, minería, contratación, salud, agricultura y turismo.
El volumen comercial de Turquía y Venezuela aumentó de $ 150 millones en 2019 a más de $ 850 millones en 2021, dijo el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, durante la visita. Y predijo un aumento adicional este año a $ 1 mil millones.
Detrás de este arrendamiento de tierras cultivables por parte de Turquía para salir al paso a una crisis alimentaria mayor, está el agua.
Los alimentos no se pueden cultivar sin agua. En África, una de cada tres personas sufre escasez de agua y el cambio climático empeorará las cosas. Aprovechar los sistemas indígenas de gestión del agua altamente sofisticados de África podría ayudar a resolver esta creciente crisis. Pero estos mismos sistemas están siendo destruidos por acaparamientos de tierras a gran escala. En medio de afirmaciones de que el agua de África es abundante, está subutilizada y está lista para ser aprovechada para la agricultura orientada a la exportación.
El río Alwero en la región de Gambela en Etiopía brinda sustento e identidad para el pueblo indígena Anuak que ha pescado en sus aguas. Y ha cultivado sus orillas y las tierras circundantes durante siglos. Algunos Anuak son pastores, pero la mayoría son agricultores que se mudan a áreas más secas en la temporada de lluvias antes de regresar a las orillas de los ríos. Este ciclo agrícola estacional ayuda a nutrir y mantener la fertilidad del suelo. También ayuda a estructurar la cultura en torno a la repetición colectiva de prácticas de cultivo tradicionales relacionadas con las lluvias y la crecida de los ríos, reseñó el portal Grain.
Una nueva plantación en Gambela, propiedad del multimillonario con sede en Arabia Saudí, Mohammed al-Amoudi, se riega con agua desviada del río Alwero. Miles de personas dependen del agua de Alwero para su supervivencia y los planes de riego industrial de Al-Moudi podrían socavar su acceso a ella. En 2012, las tensiones por el proyecto se desbordaron. Cuando un grupo armado tendió una emboscada a las operaciones de la Saudi Star Development Company de Al-Amoudi y dejó cinco muertos.
Las tensiones en el suroeste de Etiopía ilustran la importancia del acceso al agua en la fiebre mundial por la tierra. Detrás del acaparamiento de la tierra hay una lucha mundial por el control del agua. Aquellos que han estado comprando vastas extensiones de tierras de cultivo en los últimos años, con sede en Addis Abeba, Dubai o Londres, tienen un doble propósito. Entienden que el acceso al agua que obtienen, a menudo incluido de forma gratuita y sin restricciones, bien puede valer más en el futuro que la tierra ocupada.
En los últimos años, las empresas de Arabia Saudí han estado adquiriendo millones de hectáreas de tierras en el extranjero para producir alimentos para enviar a casa. Arabia Saudí no carece de tierra para la producción de alimentos. Lo que falta en el Reino es agua, y sus empresas la buscan en países como Etiopía.
Empresas indias como Karuturi Global, con sede en Bangalore, están haciendo lo mismo. Los acuíferos en todo el subcontinente se han agotado por décadas de riego insostenible. La única forma de alimentar a la creciente población de la India, se afirma, es abasteciendo la producción de alimentos en el extranjero, donde el agua está más disponible.
«El valor no está en la tierra», dijo Neil Crowder, de Chayton Capital, con sede en el Reino Unido, que ha estado adquiriendo tierras agrícolas en Zambia. «El valor real está en el agua».
Empresas como Chayton Capital piensan que África es el mejor lugar para encontrar esa agua. El mensaje repetido en las conferencias de inversionistas en tierras agrícolas es que el agua es abundante en África. La realidad es que un tercio de los africanos vive en entornos con escasez de agua y es probable que el cambio climático aumente esas cifras.
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