Imagen del Canal de Izas en el Pirineo Aragonés durante la primera semana de abril 2023/ www.oficinainformacionmontaña.es

El calentamiento global se hace presente a través de olas de calor, grandes sequías y derretimiento de glaciares. La cadena montañosa pirenaica que separa la península Ibérica del resto de Europa y se caracteriza en invierno por las bajas temperaturas, nieves y fuertes vientos, comienza a registrar alteraciones. Según expertos, el manto de nieve de los Pirineos que podría quedarse hasta finales de mayo en extensión muy relevante, ahora se disminuye mucho antes, a finales de abril.

Esta afectación reduce el disfrute de excursionistas y esquiadores, impacta la actividad turística y desdibuja la belleza espectacular de su paisaje.

Al tratarse de una zona de montaña, los cambios inducidos por el calentamiento global se observan de manera acelerada. “En los Pirineos podemos corroborar que los glaciares, aunque son muy pequeños, llevan 200 años reduciendo su espesor. Pero en los últimos 40 años este descenso ha sido más marcado”, señaló Jesús Revuelto, doctor en ciencias climáticas del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC al diario Información.

Investigadores del Observatorio del Cambio Climático en los Pirineos (OPCC) estiman que dentro de 30 años habrá un 60% menos de nieve en los Pirineos, en el mejor de los casos. Y la presencia de glaciares como el Monte Perdido, el Aneto o el Maladeta será residual o nula. Este es el escenario que proyectan para 2050 de la cordillera pirenaica, uno de los últimos reductos de glaciares del sur de Europa.

El descenso del manto también lo certifica Juan Terrádez, investigador medioambiental del OPCC a Newtral.  “Es un poco pronto para dar datos exactos, pero el retroceso ha sido descomunal”. Indicó que los Pirineos “están cambiando a una velocidad increíble que no tiene comparación con cambios que ha habido anteriormente a escala temporal geológica”.

Se reduce la capa de nieve de los Pirineos

De seguir con el ritmo actual de emisiones de gases de efecto invernadero, las variables climáticas no pintan bien. El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) estima que en 2050, el descenso del manto de nieve de los Pirineos será del 60%  respecto a la media de 1981-2010, según los indicadores del observatorio. En 2090, la reducción podría ser del 72%.

En el Pirineo Central, a más de 1.800 metros de altura, el espesor medio de la nieve podría disminuir a la mitad en 2050. A la vez que la permanencia de la nieve en el suelo podría reducirse en más de un mes, reiteraron los expertos en clima.

La situación, recuerda el diario Información, será incluso más alarmante en las zonas de menor altitud. En las situadas por debajo de los 1.500 metros, la pérdida a lo largo del último cuarto del siglo podría alcanzar el 78%. Entretanto, el informe publicado en 2021 por el Ministerio de Transición Ecológica sobre los riesgos derivados del cambio climático en España es contundente. Advierte que, en ciertos casos, las estaciones no podrán salvarse ni siquiera con cañones de nieve artificial.

«Las estaciones españolas por debajo de los 2.000 metros podrían desaparecer o reconvertirse hacia otras modalidades turísticas por falta o escasez nieve. Las estaciones que presentan cotas de altitud más baja muestran un mayor grado de vulnerabilidad al cambio climático. Zonas como la Cordillera Cantábrica presentan señales de mayor vulnerabilidad en contraste con zonas como el Pirineo Catalá. O el Sistema Penibético que presentan mejores resultados», sostienen los investigadores.

Estaciones vulnerables, los esquiadores y el turismo

En vista de los variados registros y estudios sobre el calentamiento global y su incidencia en la reducción del manto de nieve de los Pirineos, surge un nuevo proyecto: NIVOPYR. Impulsado por la Comunidad de Trabajo de los Pirineos (CTP) para ponderar el impacto del cambio climático en las 49 estaciones de esquí alpino más importantes de la cordillera.

Y, al mismo tiempo, recoge Xataca, valorar «estrategias de adaptación» ante esta situación apremiante.

Se han realizado diferentes tareas orientadas a integrar el conocimiento ya existente en los patrones presentes y futuros de las temperaturas. Así como de precipitaciones, cubierta de nieve y comportamiento de los esquiadores. También desarrollar metodologías de análisis y obtener por primera vez datos objetivos para la región Pirenaica.

De este modo, se adelantan tres perfiles diferentes de estaciones de esquí dependiendo de su vulnerabilidad frente al cambio climático. Un primer grupo de estaciones, identificado como altamente vulnerable, se vería afectado tanto por un escenario de cambio climático medio como por uno más intensivo. Y, por lo tanto, deberían contemplar la aplicación de medidas de adaptación estructurales, como una mayor desestacionalización y diversificación de su actividad turística.

Las estaciones del segundo grupo, consideradas de baja vulnerabilidad, podrían seguir operando con medidas de adaptación técnicas bajo un escenario de cambio climático medio. Pero no bajo un escenario de cambio climático más intenso. Y el tercer grupo, engloba las estaciones consideradas como resilientes.

Estas estaciones, debido a una situación geográfica y socioeconómica privilegiada frente al resto de estaciones del Pirineo, se verían poco afectadas, dice el estudio. Tanto por un escenario medio de cambio climático como por uno más intenso.

Cierre de pistas de esquí

En marzo de 2020 el Gobierno acordó el desmantelamiento de tres pistas de esquí del Puerto de Navacerrada al considerar que, sencillamente, su gestión no resultaba «viable» por el cambio climático. A lo largo del último medio siglo la temperatura de la zona aumentó en casi dos grados. Las mínimas subieron 0,77, descendieron los días de helada y la nieve en esa localidad de los Pirineos se redujo de forma sensible, en torno a un 25%.

A comienzos de este mes de enero la mitad de las estaciones de esquí de España estaban cerradas por la escasez de nieve. Y el efecto de unas temperaturas particularmente elevadas para la época del año: según los datos de la asociación Atudem, reseñó Xataca. Para el 10 de enero habían abierto sus puertas solo 14 estaciones; otras 17 seguían clausuradas.

La escasez de nieve es un problema tan relevante que en octubre la Federación Internacional de Esquí (FIS) llegó a suspender dos carreras de la Copa del Mundo que debían empezar en Suiza y terminar en Italia. La situación en el último tramo resultaba «inestable».

El Periódico de Aragón señaló también otro efecto del cambio climático. Temporadas menos generosas, que tardan más en arrancar y suman, en conjunto, menos días en los que se superan los 30 centímetros de capa de nieve en los Pirineos. «Estos indicadores, unidos a otros estudios de la Agencia Estatal Meteorológica (Aemet) sobre la disponibilidad de nieve, coinciden en que para 2050 la capa de nieve por encima de los 1.800 metros de altitud se va a reducir. En el caso más optimista, un 60% con respecto al valor actual», reiteró Juan Terrádez.