El transporte, la vivienda y la industria, así como las infraestructuras que dan servicio a estos sectores, se erigen en factores claves para la descarbonización y la circularidad. Los objetivos de reducción de emisiones exigen un cambio en la producción de energía eléctrica con la implantación de fuentes renovables. Las infraestructuras son esenciales para el desarrollo de los territorios y la cohesión social, así como para el incremento de la productividad, la mejora de la competitividad y la capacidad de exportación de la economía. La sostenibilidad debe entenderse desde la eficiencia, lo que tiene que llevar a un replanteamiento de las infraestructuras necesarias para atender las necesidades presentes y futuras, una logística que mitigue las externalidades negativas y un transporte que despeje las dudas sobre la electromovilidad.