Los glaciares llevan décadas derritiéndose por la acción del hombre desde la revolución industrial que incrementó de manera exponencial el consumo de energía fósil. Desarrollo, producción y consumo a grandes escalas junto con las emisiones de gases, impactan las temperaturas y aceleran los deshielos. Lo que asombra a los científicos es la velocidad en que se derriten los glaciares suizos. En 2022 han registrado un importante bajón en la capas de hielo.
Las tasas de deshielo han superado con creces los altos registros anteriores del caluroso verano de 2003. La Comisión Criosférica de la Academia Suiza de las Ciencias calcula que los glaciares han perdido alrededor de 3 kilómetros cúbicos de hielo este año. Más del 6% de su volumen.
A modo de comparación, los años con una pérdida de hielo del 2% se habían descrito como “extremos”, pero este 6% “es desastroso”, precisa el informe de los académicos. Otros glaciares en el mundo están también pierden espesor.
Un documento simultáneo y coincidente, el de GLAMOS, la red suiza de medición de glaciares, refiere que en el año hidrológico 2021-2022, las pérdidas de masa de los glaciares alcanzaron “niveles récord”. Han perdido más del 6% de su volumen y los índices de deshielo superan con creces los registros anteriores a la canícula de 2003.
El fuerte retroceso de los glaciares en 2022 se debe esencialmente a las escasas nevadas del invierno, la arena del desierto del Sáhara en febrero, que se depositó sobre el hielo y la nieve y redujo el efecto albedo. Y sobre todo, la excepcional ola de calor del verano, con temperaturas récord incluso a gran altura. El verano de 2022 fue el segundo más caluroso en Suiza desde que comenzaron las mediciones en 1864.
“Para los glaciares suizos, el año hidrológico 2022 pasará a la historia como el peor de todos”, afirma Daniel Farinotti, de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich y directivo de GLAMOS.
Como resultado de las temperaturas récord en los Alpes, se han encontrado objetos, restos humanos y la armadura de un avión atrapados en el hielo durante más de 50 años. Estos descubrimientos aumentarán en los próximos años, según el experto en ciencias de la nieve Robert Bolognesi.
Este año, la pérdida ha sido particularmente dramática para los glaciares pequeños. El glaciar Pizol en el cantón de St. Gallen, el Vadret dal Corvatsch en los Grisones y el Schwarzbachfirn en Uri prácticamente han desaparecido.
Pero la tendencia también advierte cuán importantes son los glaciares para el suministro de agua y energía en años cálidos y secos. Solo el derretimiento del hielo en julio y agosto habría proporcionado agua suficiente para llenar todos los embalses de los Alpes suizos desde cero.
Los académicos sostienen que el invierno pasado hubo muy poca nieve, particularmente en la meseta suiza y en el sur de Suiza. Basilea y Lucerna no registraron nieve en absoluto. Y fue particularmente escasa en la vertiente sur de los Alpes, en Ticino y el área de Simplon. En muchas áreas, casi no hubo nevadas.
En varias estaciones de medición en Ticino, la profundidad promedio de la nieve registrada fue la más baja desde que comenzaron las mediciones en 1959. Por encima de los 2.000 m, la profundidad promedio de la nieve en las laderas del sur de los Alpes fue la mitad del nivel habitual. En las laderas del norte y en la Engadina, fue alrededor del 70 al 100 por ciento de las cifras normales a largo plazo (1991-2020).
Desde la era preindustrial, la temperatura en Suiza ha aumentado casi 2°C, el doble de la media mundial. A este ritmo, la mitad de los 1.500 glaciares alpinos -incluido el majestuoso glaciar Aletsch, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO- desaparecerá en los próximos 30 años.
Y si no se hace nada para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, todos los glaciares de Suiza y Europa corren el riesgo de fundirse casi por completo a finales de siglo.
Los glaciares no solamente lo retroceden en los Alpes. Casi todos los glaciares del mundo están adelgazando y perdiendo masa cada vez más rápido. El deshielo es especialmente alarmante en el Himalaya y los Andes, donde la existencia de cientos de millones de personas depende de los glaciares.
¿El declive de los glaciares puede repercutir negativamente en nuestro futuro? Es difícil saberlo. Pero nos obliga a prepararnos para nuevos y difíciles escenarios.
El derretimiento de los glaciares suizos conlleva un creciente riesgo de desastres naturales como inundaciones, flujos de residuos y desprendimientos de tierra. Los lagos que se forman en el interior de un glaciar corren el riesgo de vaciarse repentinamente en el valle y arrasar a su paso pueblos e infraestructuras.
Y a medida que disminuye la capa de hielo y del permafrost, las montañas se vuelven inestables. De forma regular dan la vuelta al mundo imágenes del deslizamiento de laderas.
En Suiza, los glaciares considerados peligrosos se vigilan constantemente. Además de los sobrevuelos en helicóptero y las inspecciones sobre el terreno, los investigadores utilizan la tecnología más avanzada. Las cámaras de alta resolución, el radar, los sensores acústicos, los detectores de vibración del hielo y las imágenes por satélite permiten registrar cada mínimo movimiento. Pero la solución es reducir de manera radical las emisiones de gases de efecto invernadero.