Aunque faltan unas dos semanas para el verano en el hemisferio occidental, la sequía y las altas temperaturas han desatado cerca de 400 incendios -más de la mitad fuera de control- que están devastando Canadá. El humo asfixiante de las intensas quemas forestales se desplaza hacia el sur, cubriendo no solo sus ciudades sino también buena parte del territorio de Estados Unidos. La calima espesa y de color gris anaranjado se posa sobre prácticamente todo el noreste y ahoga Nueva York.
El primer ministro Justin Trudeau calificó de “aterradora” la situación que vive Canadá. En lo que va de año se reportan más de 2.200 incendios producidos por las altas temperaturas. Han arrasado más de 3 millones de hectáreas. Un incremento muy grande al compararla con la media de la última década de 1.624 incendios y 254.429 hectáreas consumidas. Los datos del Ministerio de Recursos Naturales indican que más de 26.000 personas han sido evacuadas.
Quebec es una de las provincias más afectadas con 160 incendios. El humo generado hizo sonar las alarmas en Toronto, la mayor ciudad canadiense, y les informan a los residentes que deben abstenerse estar al aire libre. En Ottawa, la capital, la calidad del aire se encuentra en su punto más bajo.
Joe Biden pidió a los estadounidenses que extremen los cuidados. Las escuelas de la costa este cancelaron las actividades al aire libre, el tráfico de las aerolíneas se desaceleró y se instó a las familias a permanecer en sus casas. El Servicio Meteorológico emitió alertas de calidad del aire para casi toda la costa atlántica y los riegos de problemas respiratorios.
El servicio de pronósticos AccuWeather indicó que una espesa neblina y hollín se extendía desde grandes elevaciones hasta el nivel del suelo. Marcando el peor brote de humo de incendios forestales que cubrió el noreste de EE UU en más de 20 años.
En Nueva York, la Estatua de la Libertad y los rascacielos de Manhattan quedaron envueltos en una niebla naranja y marrón, mientras las mascarillas de la Covid reaparecían en las calles. Las escuelas han cancelado las actividades al aire libre. La falta de visibilidad también obligó a suspender algunos vuelos en aeropuertos como el de LaGuardia.
Con alrededor de 75 millones de personas bajo alertas de calidad del aire en EE UU, las escuelas públicas en Yonkers, Nueva York, están cerradas desde este jueves. Otros distritos escolares en Nueva York, Maryland, Virginia y la ciudad de Washington cancelaron las actividades al aire libre. Mientras que el gobernador de Nueva Jersey alentó a los distritos escolares locales a hacer lo mismo.
Actualmente, las provincias de Alberta y Nueva Escocia, al oeste y este de Canadá están azotadas por incendios «sin precedentes». Y no se prevén lluvias significativas antes del lunes por la noche.
«Con el personal de que disponemos podemos cubrir unos 40 incendios al mismo tiempo», declaró el Primer Ministro de la provincia, François Legault. «Tenemos que centrarnos en las zonas más urgentes», añadió
Quebec ha desplegado cientos de personas sobre el terreno con la ayuda internacional, incluido el centenar de bomberos de Francia que llegaron el viernes. Espera aumentar los efectivos a 1.200. Trudeau anunció que estaban llegando cientos de bomberos estadounidenses y que otros están en camino.
El cambio climático es una fuerza detrás de estos episodios extremos. Los incendios a destiempo en Canadá mantienen a autoridades y expertos diseñando estrategias de resiliencia. La ciencia es tajante en cuanto a que el calentamiento global aumenta significativamente las posibilidades de incendios forestales graves y olas de calor.
A los incendios y olas de calor que atraviesan América del Norte se agrega desde el jueves un patrón climático global conocido como El Niño, que puede subir las temperaturas y establecer récords de calor.
En conjunto, estos acontecimientos muestra que el continente más rico del mundo no se ha preparado para los peligros derivados del calentamiento global. Los incendios en provincias y ciudades de Canadá han descartado la noción de que algunos lugares del planeta que no están cerca del ecuador y lejos del mar se encontrarían relativamente a salvo de los peores peligros del cambio climático. “Los incendios forestales no son un problema solo para las personas que viven en áreas boscosas propensas a incendios”, dijo Alexandra Paige Fischer, profesora en la Universidad de Michigan de estrategias de adaptación al fuego.
Investigadores de Stanford encontraron que la cantidad de personas expuestas a la contaminación tóxica de los incendios forestales al menos un día al año se multiplicó por 27 entre 2006 y 2020.
EE UU y Canadá son los principales productores de petróleo y gas que cuando se queman producen los gases de efecto invernadero que han calentado significativamente la atmósfera terrestre. Las temperaturas globales promedio en la actualidad son más de 1,1 grados Celsius más altas que en la era preindustrial.
Otras partes del mundo han sentido la sequía y olas de calor. Vietnam rompió un récord de calor en mayo, con temperaturas que superaron los 44 ºC. China batió récords de calor en más de 100 estaciones meteorológicas en abril. Los bosques boreales de Siberia también están ardiendo. El cambio climático está alargando y haciendo más severa la temporada de incendios en Siberia. También ha aumentado la ignición de los rayos, dijo Brendan Rogers, experto en incendios forestales boreales del Centro de Investigación Climática Woodwell. «Hay diferentes condiciones en diferentes años, pero “el denominador común son las condiciones cálidas y secas que preparan los ecosistemas para la quema”, añadió.
Gran parte del calor es absorbido por los océanos y por eso su temperatura ha aumentado constantemente en las últimas décadas. Pero esta primavera, sucedió algo extraño. Los científicos anunciaron con alarma inusual que las temperaturas del océano eran las más altas en 40 años. Los expertos no se han decidido por una razón, aunque algunos han dicho que el aumento podría indicar la llegada de El Niño. Ese patrón climático, que normalmente dura varios años, trae calor a la superficie del Océano Pacífico oriental. Estos últimos años La Niña ha reinado, ahora el trono le corresponde a El Niño.
Manhattan, teñida por una nube de humo tóxico que se desprende de un cielo color naranja; la NASA, pronosticando que en una década el océano Ártico llegará al mes de septiembre sin hielo; Francia, ideando cómo resguardarse de la canicule de julio y agosto, porque el verano del año pasado se registró como el más caliente desde inicios del siglo XX. Son tres noticias en las que los pronósticos del cambio climático convergen vueltos realidad. Advertencias que hemos oído de científicos ambientales durante décadas: calentamiento global y, entre otras consecuencias, proliferación de incendios.
Lo de la ciudad de Nueva York, que afectó también todo el este estadounidense, fue producto de las cenizas arrojadas por más de cuatro millones de hectáreas ardiendo en Canadá. Una superficie esta vez quince veces superior al promedio de incendios durante la última década. El deshielo del Ártico es atribuido a las emisiones de efecto invernadero y es grave, porque el hielo de esa región es un espejo que al reflejar gran parte de la radiación solar enfría la atmósfera, al descongelarse absorbe más cantidad de energía solar y aumenta el calentamiento global. En Francia, más de 2.800 personas fallecieron en 2022 a causa de la secuencia de días de calor extremo, cuyo número se estima crecerá hasta duplicarse antes de 2050. Los mares, en su conjunto, registraron en 2022 la más alta temperatura de la historia.
Es la materialización de predicciones, el cambio climático dejó de ser un vaticinio. La buena noticia es que finalmente crece la conciencia de cómo enfrentarlo y están en marcha importantes acciones estratégicas, como el cambio del patrón energético, pero son emprendimientos tardíos. No revertirán el daño climático, a lo sumo se ralentizará, empeorará más lentamente y seguramente se evitarán catástrofes. Aquí cabe aquella afirmación de Albert Einstein, “El futuro no existe, ya llegó.”