Un avión experimental que la compañía aeroespacial Lockheed Martin está construyendo para la NASA, como parte de un programa de aviación supersónica de 500 millones de dólares, es una «debacle climática», aseguró un grupo ambientalista. Y pidió a la agencia espacial que realice un análisis independiente del impacto climático de la aeronave.
Public Employees for Environmental Responsibility dijo que la aviación supersónica podría hacer inalcanzable el objetivo de neutralidad de carbono de la industria de la aviación. En una carta enviada al administrador de la NASA, Bill Nelson, PEER le solicitó que se realice un “análisis de impacto climático riguroso, independiente y de acceso público” del avión de prueba.
“El transporte supersónico es como poner Humvees en el cielo”, señaló el director de PEER en el Pacífico, Jeff Ruch. “Consumen mucho más combustible que los aviones regulares”.
La NASA encargó la Tecnología Supersónica Silenciosa X-59 (QueSST) en un esfuerzo por crear un avión de pasajeros supersónico de «bajo brazo». Que pudiera viajar más rápido que la velocidad del sonido. Y sin crear los fuertes estampidos sónicos que plagaron una generación anterior de aviones supersónicos.
El Concorde, un avión de pasajeros supersónico que voló por última vez en 2003, estaba limitado a velocidades por debajo de Mach 1. Esto es, la velocidad del sonido, cuando volaba sobre áreas habitadas para evitar la perturbación de fuertes explosiones sónicas. El programa QueSST busca ayudar a desarrollar aviones que puedan superar la velocidad del sonido, aproximadamente 1126 kilómetros por hora, sin crear ruidos molestos.
Sin embargo, recogió Inside Climate News, que los aviones más rápidos también tienen emisiones más altas. Los jets supersónicos usan de 7 a 9 veces más combustible por pasajero que los jets convencionales según un estudio publicado por el Consejo Internacional de Transporte Limpio.
La portavoz de la NASA, Sasha Ellis, se refirió al jet X-59, como parte del programa de aviación supersónica. “No está destinado a ser utilizado como una herramienta para realizar investigaciones sobre otros desafíos del vuelo supersónico”, dijo. Es decir, como las emisiones y el consumo de combustible.
“Estos desafíos se están explorando en otras investigaciones de la NASA”, sostuvo y agregó que la NASA estudiará los efectos ambientales de los vuelos X-59 durante los próximos dos años. Otras empresas aeronáuticas han ideado aviones con cero emisiones.
Las emisiones de dicho aumento en el uso de combustible podrían, en teoría, compensarse con «e-queroseno». Combustible generado a partir de dióxido de carbono, agua y electricidad de fuentes renovables, escribieron los autores del estudio. Pero el e-queroseno de mayor costo, junto con los mayores requisitos de combustible de los viajes supersónicos, resultaría más caro. En un aumento de 25 veces en los costos de combustible para vuelos supersónicos con bajas emisiones de carbono. En relación con el costo del combustible para viajes aéreos convencionales, encontró el estudio.
“Incluso si pueden usar combustibles bajos en carbono, distorsionarán el mercado. Y harán que sea más difícil que circule una cantidad suficiente de SAF (combustible de aviación sostenible)”, comentó Jeff Ruch. Él no formó parte del Consejo Internacional de Estudio de Transporte Limpio.
El informe del ICCT concluyó que, incluso si se utilizaran combustibles costosos y de bajas emisiones para los aviones supersónicos, los aviones de alta velocidad seguirían siendo peores para el clima. Y también podrían dañar la capa protectora de ozono de la Tierra. Esto se debe a que los chorros supersónicos liberan grandes volúmenes de otros contaminantes como el óxido nitroso en elevaciones más altas, donde dañan más el clima y el ozono atmosférico que los chorros convencionales.
En su carta al administrador Nelson, PEER pidió a la NASA que reconsidera el programada de aviación supersónica por su impacto ambiental. También expresó su preocupación por el programa Urban Air Mobility de la agencia espacial, que según el grupo ambientalista «llenaría los cielos de las ciudades con drones de reparto y taxis aéreos». En un esfuerzo por reducir la congestión, a la vez de reducir la energía, y ser más caro que el transporte terrestre.
“Es otro ejemplo de una inversión en tecnología que, al menos en el futuro previsible, solo será accesible para los ultra ricos”, resaltó Ruch.
Asimismo, la NASA tiene un programa de aviación sostenible. Con el objetivo declarado de ayudar a lograr «emisiones netas de gases de efecto invernadero cero del sector de la aviación para 2050». El programa incluye el X-57, un pequeño avión experimental propulsado íntegramente por electricidad.
La agencia planea comenzar vuelos de prueba tanto del supersónico X-59 como del totalmente eléctrico X-57 en algún momento de este año.
A pesar de la caída en los viajes aéreos durante el apogeo de la pandemia, se espera que el consumo de combustible y las emisiones de gases de efecto invernadero se dupliquen. Al menos desde los niveles de 2019 para 2050 y podrían consumir una sexta parte del presupuesto de carbono de 1,5 °C del planeta. A menos que se tomen medidas. Con ese fin, EE UU, la Unión Europea y otras naciones se han comprometido con un objetivo climático de cero neto en el sector de la aviación.