En Agadez (Níger), en pleno desierto del Sáhara, los migrantes relatan las duras condiciones para ir a Europa Crédito: Organización Internacional para las Migraciones (OIM)

El cambio climático dificultará la migración de las personas más pobres del mundo y las deja «extremadamente vulnerables» a los impactos continuos de los fenómenos meteorológicos y, consecuentemente, al aumento de su pobreza.

Un estudio reciente afirma que a medida que los impactos del cambio climático son más severos, las personas se verán cada vez más limitadas en su movilidad por la falta de recursos. Los autores encuentran que en un escenario de emisiones “medianas”, habrá una disminución del 10% en la migración para los grupos de ingresos más bajos. En el escenario de emisiones más pesimista, esta cifra subirá al 35% para finales de siglo.

La investigación, publicada en Nature Climate Change, estuvo liderada por Hélène Benveniste de la Universidad de Harvard y Michael Oppenheimer de la Universidad de Princeton. A medida que el clima se calienta y los eventos extremos se hacen frecuentes, una estrategia de adaptación es migrar para evitar los peores impactos del cambio climático. La encrucijada del hambre y la pobreza.

En 2020, hubo alrededor de 281 millones de migrantes internacionales, que constituyen más del 3% de la población mundial. Las personas pueden migrar para huir de la persecución política o étnica, buscar oportunidades económicas o reunirse con familiares en el extranjero.

Los impactos climáticos aceleran la migración internacional, especialmente cuando está vinculada a conflictos armados. Sin embargo, los autores señalan su investigación se ha centrado en los pobres que viven en áreas amenazados por el cambio climático y no pueden migrar por carecer de recursos. A esto lo llaman “inmovilidad”.

El cambio climático y su incidencia en la migración

Benveniste dijo que «el cambio climático no solo afecta la aspiración a concretar la migración, sino también la capacidad de hacerlo». Para evaluar la magnitud del problema, el equipo modeló los patrones de movimiento de las personas en varios niveles de ingresos. El objeto es analizar cómo los recursos materiales limitan o fomentan la migración. También modeló cuántos ingresos envían los migrantes a sus comunidades de origen desde los nuevos destinos.

Luego, incorporaron este esquema dentro de un Modelo de Evaluación Integrado -para simular el impacto del cambio climático en la privación de recursos y la inmovilidad posterior- les permitió proyectar la migración y la inmovilidad para cada quintil de ingresos (cada quinto de la distribución del ingreso) en 16 regiones del mundo en el siglo XXI.

Los autores proyectaron cambios en la inmovilidad bajo cinco escenarios de emisiones, conocidos como «vías de concentración representativas», que se combinan con escenarios socioeconómicos.

Para determinar el impacto del cambio climático en la inmovilidad con recursos limitados, los autores ejecutaron el modelo con y sin impactos dañinos del cambio climático en la economía. Y compararon el número de migrantes. A la vez, investigaron tanto los daños «de referencia» como los «catastróficos» del cambio climático. Estos últimos se calcularon de tal manera que la pérdida del PIB global por daños equivale al 50% para un aumento de la temperatura de 6 °C.

Los autores encontraron que los escenarios climáticos y de desarrollo más pesimistas no impulsan la inmovilidad limitada por los recursos en un mayor número de regiones. En cambio, la disminución de la migración de los grupos más pobres se vuelve “mucho más sustancial” para el África subsahariana, el norte de África y la ex Unión Soviética.

Inmovilidad y justicia social

El estudio revela un impacto “potencialmente devastador” del cambio climático en las comunidades más pobres del mundo y sugiere los “límites” de la migración como estrategia de adaptación para los afectados. Sugieren los investigadores que migración “debería ser una preocupación política inmediata y sustancial”. Instan a las instituciones y acuerdos internacionales a abordar la inmovilidad con énfasis en «diferentes contextos locales» con respecto a su impacto en las personas.

Fernando Riosmena, profesor asociado de geografía en la Universidad de Colorado en Boulder, que no participó en el estudio, emitió su opinión a Carbon Brief.  “Si el cambio climático afecta negativamente la capacidad de las personas para migrar internacionalmente de manera segura, ordenada y humana y en formas que podrían producir beneficios para los migrantes, las implicaciones de justicia social de la inmovilidad que produce el clima son bastante claras”, dijo.

Asimismo, Chi Xu, profesor de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad de Nanjing, se refirió al método del estudio y sus conclusiones. «Los autores (consideran) una amplia gama de factores simulando la inmovilidad. Pero todavía es extremadamente difícil anticipar las migraciones climáticas. Debido a que la migración también tiene vínculos causales complejos con muchos otros factores”, argumentaron.

Riosmena agrega que los «impactos negativos (del cambio climático) se concentran especialmente entre los menos conectados a las redes de migrantes internacionales preexistentes». Por tanto, el trabajo futuro podría centrarse en cómo estas redes influyen en los comportamientos migratorios en un contexto climático.

Además, los autores sugieren que la investigación adicional podría centrarse en la «inmovilidad interna», o el movimiento dentro de los países. En lugar de la inmovilidad internacional, y el impacto que podría tener el cambio climático.

Círculo vicioso: pobres serán más pobres

Otro informe del Banco Interamericano de Desarrollo advierte que en los próximos 10 años, la crisis del clima podría sumir en la pobreza a 100 millones de personas el mundo. Resalta que existen 3 razones por las que los shocks climáticos y las catástrofes naturales agravan la desigualdad.

En primer lugar, los países, regiones y personas más pobres tienden a estar más expuestos a los impactos climáticos que los más ricos. En segundo lugar, son ellos quienes pierden una mayor parte de escasa riqueza cuando las crisis los golpean. Y, en tercer lugar, disponen de menos recursos para hacer frente a los impactos negativos de los shocks climáticos.

Según Acnur, cada año más de 20 millones de personas deben abandonar su hogar. Y trasladarse a otros puntos de su propio país debido a los peligros que causan la intensidad y frecuencia de eventos climáticos extremos. Lluvias inusualmente fuertes, sequías prolongadas, desertificación, degradación ambiental, ciclones o aumento del nivel del mar.