Temperaturas altas, extremas, y recurrentes han transformado el clima de Andalucía caracterizado por ser mediterráneo templado. Ahora se presenta más seco y tan árido que los cultivos se han calcinado y los precios disparado ante la carestía de alimentos básicos.
Frutas, como manzanas y peras de variedad rocha, y olivos se han visto afectados por las reiteradas olas de calor con marcadores récord. Los agricultores registran importantes pérdidas de sus cosechas, mientras los niveles de la hidrología están comprometidos conforme se mantiene la inesperada calidez.
Las altas temperaturas que se sintieron antes del verano en España, quemaron toneladas de fruta, en particular en la región de Oeste, cerca de Lisboa. El calor calcinó la fruta más expuesta al sol. Además, el golpe de calor creó un choque de temperaturas tan elevado que frenó el crecimiento de manzanas y peras.
«Se quema de esta manera y el futo no tiene ningún valor comercial, habrá que tirarlo. Para nosotros representa una caída de ingresos considerable», dijo el agricultor Pedro Bernades a Euronews.
Algunos productores creen haber perdido más de la mitad de sus huertos. Las estimaciones apuntan a pérdidas de entre el 30 y el 40 % en la producción frutícola en todo el país. La situación es similar en Rumanía con el cultivo de patatas y maíz. La sequía ha agrietado la tierra y hectáreas de cultivos se han secado. El 50% del sector agrícola se encuentra en alerta por la sequía.
Además, los agricultores sufren la subida de los precios de los fertilizantes y el combustible. Con una producción inferior a la esperada, Rumanía se verá obligada a importar. Y el bolsillo de los consumidores deberá prepararse para el aumento en el precio de estos productos.
Andalucía está seca. Sus ocho provincias registran rendimientos mínimos de sus cultivos y pérdidas para los agricultores. Además, “la creciente subida de los costes de producción y la reforma de la Política Agraria Común, como la competencia desleal de terceros países y los desequilibrios entre los precios en origen y los precios finales son frentes que el sector agrícola andaluz no se cansará de reivindicar”, manifestó Carmen Quintero, secretaria provincial de COAG Córdoba.
Algunas localidades se asemejan a las zonas desérticas del norte de África, señalan los expertos. Agricultores como Felipe Elvira apuntan que la mayor parte de sus olivos no han producido nada por la extrema sequía. «En la producción de este año voy a perder un 80%. Un árbol necesita como mínimo de 4 a 5 litros diarios de agua para estar bien y no los tiene», indicó Felipe Elvira a Euronews.
Tres olas de calor excepcionales en menos de tres meses han debilitado los cultivos que venían de un invierno anormalmente seco. «El régimen de la temperatura también está cambiando y agota mucho al olivo. Ahora el estrés hídrico que afecta al olivo es mucho más acusado», refirió Juan Carlos Hervás, agrónomo y agricultor.
De momento los agricultores sobreviven con las pocas plantaciones que tienen de regadío, el 30% del total en España. Una opción poco esperanzadora. Las reservas hidrológicas de los embalses andaluces agonizan, manifestó Rosario Jiménez, profesora de hidrología de la Universidad de Jaén. «De media, estamos por debajo del 30% en muchos, pero otros tantos están prácticamente secos. No tienen nada de agua y que han bajado a niveles de menos del 10%», agregó.
El cambio climático pasa factura al campo español y Andalucía lo siente en forma directa, está seca y con la producción muy mermada. Pablo Resco, responsable del Departamento de Riesgos Agrarios de COAG, afirmó que cada año se pierde el 6% del valor de la producción, más de 550 millones de euros.
En su estudio Empieza la cuenta atrás. Impactos del cambio climático en la agricultura española asegura que una subida media de las temperaturas de 2 °C hasta 2050 incrementaría de forma exponencial el importe de la “factura climática”. Esto es que en España se reduciría un 20% de la superficie de viñedo de alta calidad y un 15% los rendimientos en trigo en el centro y sur peninsular.
En el caso del olivar, el cambio climático disminuiría un 80% la superficie apta para el cultivo del olivar en Andalucía en variedades de secano como hojiblanca y manzanilla. Únicamente la variedad picual podría mantener los rendimientos en secano en las zonas interiores de cultivo. No obstante, en un escenario de subida de 2,5 °C, el aumento de temperaturas reduciría los rendimientos en todas las zonas productoras con resultados terribles: -83% en Sevilla, -72% en Cádiz, -41% en Córdoba y -16% en Jaén y -5,7% en Granada.
El calentamiento global se traduciría en un aumento de la evapotranspiración y en un descenso de las precipitaciones que aumentaría el déficit hídrico, especialmente en el verano, hasta valores que podrían superar los límites tolerados por los olivos.