El Simposio Económico de Jackson Hole trascendió esta vez no solo por el abordaje de temas económicos, sino también por el violento rechazo a las protestas de los activistas ambientales. En las Montañas Rocosas de Wyoming, al oeste de Estados Unidos, miembros de Climate Defiance merodearon el centro de reuniones e instaron a los expertos financieros y a los reguladores a tomar en serio los impactos devastadores de las inversiones en combustibles fósiles. La respuesta fue contundente.
En un elegante hotel que fue donado al parque nacional que lo rodea, por un miembro de la familia Rockefeller, alrededor de 120 economistas discuten cada agosto temas relevantes para las políticas económicas. La reunión se ha convertido en un foco clave para los inversores, los académicos y la prensa financiera. El anfitrión de la conferencia, el Banco de la Reserva Federal de Kansas City, invita a menos gente de la que le gustaría asistir, con lo que aumenta su prestigio.
El Jackson Hole tiende a generar grandes noticias cada año. Mientras dentro la inflación y un eventual aumento de las tasas de interés copó el debate, fuera se discutía sobre el cambio climático y la reorientación de los capitales hacia energías limpias. Los ambientalistas exigieron que el presidente de la de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, y otros líderes financieros abordaran la crisis del clima y los crecientes riesgos de las inversiones en combustibles fósiles y carbón. Pero fueron recibidos con violencia por los encargados de la seguridad del evento. A Teddy Ogborn, de 25 años de edad, lo retuviroo boca abajo con la rodilla de un guardia en la espalda, antes de esposarlo y sacarlo del albergue.
Los activistas, portando panfletos y pancartas, también pidieron a los asistentes al simposio económico medidas que «van más allá de sus mandatos», como negar los préstamos bancarios de las compañías de petróleo y gas.
«Es más que impactante que un organismo como la Reserva Federal, cuyo mandato es garantizar la estabilidad, esté totalmente desaparecido ante la mayor fuerza desestabilizadora de nuestro tiempo. Protestamos por su inacción y exigimos que actúen con la audacia que necesitamos desesperadamente», dijo Michael Greenberg, cofundador de Climate Defiance.
La Reserva Federal ha evitado meterse en asuntos climáticos. Fue el último gran banco central en unirse a la Red para Ecologizar el Sistema Financiero. En cambio, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo realizan pruebas de estrés climático anuales a los bancos en sus jurisdicciones.
El banco central de EE UU se ha centrado en los riesgos económicos que plantean el cambio climático y la transición para abandonar los combustibles fósiles. Ha descartado un papel más agresivo al impulsar la inversión en energía verde, como el BCE y como lo piden los activistas.
Muchos republicanos del Congreso se resisten a la perspectiva de que la Reserva Federal asuma un rol activo en la mitigación de los riesgos climáticos. Los activistas y algunos demócratas consideran que al menos se debería considerar esa postura. Powell ha indicado que la Fed explora cómo los bancos pueden hacer frente a riesgos climáticos como el aumento de la temperatura y los desastres climáticos.
Los fenómenos meteorológicos extremos y los desastres relacionados con el clima están costando cientos de miles de millones de dólares. Potencian la crisis de deuda que viene desplazando a millones de personas. El año pasado, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estimó que los costos de grandes desastres en EE UU alcanzaron 165.000 millones de dólares.
A medida que las compañías de seguros aumentan las tasas y se retiran de las zonas vulnerables al clima, más comunidades corren riesgos peligros financieros. Los bancos centrales tienen la tarea de crear la política monetaria de las naciones, fijar tasas de interés y objetivos de inflación. Asimismo, regular la circulación de dinero y monitorear la gestión de riesgos de los bancos comerciales.
Las acciones de Climate Defiance en el simposio económico de Jackson Hole presionan a los bancos centrales para que regulen las inversiones en combustibles fósiles. Alegan que los modelos económicos actuales no están preparados para enfrentar los riesgos humanitarios y financieros del cambio climático.
La organización no gubernamental Ekō entregó en Jackson Hole una petición con más de 57.000 firmas. Otras 71 organizaciones firmaron una carta abierta en la que detallan sus demandas para que los bancos centrales se centren en la acción climática. «Simplemente ajustando el riesgo de ciertas inversiones podemos alejar al sector financiero de los fósiles», dijo Eren Ileri, de Stop the Money Pipeline, una coalición de 200 organizaciones de responsabilidad corporativa.