En épocas de crisis todo permanece bajo sospecha, incluso el cambio causa recelo. En el III Congreso Internacional de Sostenibilidad del Medio Ambiente, organizado por Cambio16, todos los debates y ponencias han coincidido en la necesidad perentoria de que los gobiernos, las instituciones y las organizaciones asuman urgentemente la acción climática.
El pomposo compromiso con la sostenibilidad, y el anuncio machacón de medidas que no se cumplen, no es suficiente, nunca lo fue. «¡Basta de postureo!», clama Jorge Neri Bonilla, presidente del CISM y editor de Cambio16, convencido de que ya no es posible frenar las consecuencias catastróficas del calentamiento global, un apocalipsis climático que sufrimos cada día cabalgando a lomos de la sequía, la desertización, las inundaciones o los incendios de sexta generación. Así lo refleja nuestra portada, obra de Michael Somoroff, una perturbadora alegoría de la aniquilación de la humanidad en una hecatombe climática en la que solo sobrevive la tecnología de muerte.
Se agotó el tiempo y la única alternativa es revertir los desastrosos efectos de tanta destrucción de ecosistemas y biodiversidad. El horizonte se achica y los plazos merman. La frontera de 2050 para el objetivo de cero emisiones se difumina ante el ultimátum de la naturaleza que, en palabras del biólogo Fernando Valladares, es la única vacuna.
Frente a los ecorresignados, que dan pábulo al cinismo de los países ricos cuando consagran la transición energética al tiempo que siguen subvencionando los combustibles fósiles, o se llenan la boca de sostenibilidad mientras mantienen un modelo de producción y consumo propio del siglo pasado, dando la espalda a la economía verde y a la circularidad, es preciso impulsar la tecnología que se inspira e imita a la naturaleza.
Un biomimetismo que Gunter Pauli, que clausuró el CISM, equiparó a una lógica de creación de vida. Así, igual que se ha puesto precio al carbón, se debería fijar un coste para la biodiversidad con la perspectiva cierta de que cada uno de nosotros acabaremos pagando por el impacto que causamos al medio ambiente.
Y ahí precisamente reside el futuro, en el compromiso personal para pasar a la acción, como ciudadanos prosumidores, conscientes de que cualquier pequeño gesto proporciona grandes beneficios.
Ese es el concepto que describe Jorge Neri Bonilla para la construcción de un mundo más humano, justo y regenerativo. Your are my hope: la comunidad de esperanza en la que cada uno debe ser foco de luz y cadena de esperanza por el cambio. La edición 2.282 de Cambio16 pide acción climática ya.
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