Los impactos del cambio climático y, consecuentemente, los fenómenos meteorológicos más extremos están afectando a la región de América Latina y el Caribe. Desde la Amazonía hasta los Andes y desde las aguas de los océanos Pacífico y Atlántico hasta las zonas más recónditas de la Patagonia cubiertas de nieve. Un informe de la OMM prevé una acentuación de esta crisis del clima en el futuro cercano.
Con la colaboración de cuarenta expertos, la Organización Meteorológica Mundial difundió un documento -el segundo en sus registros- sobre esta región que no escapa a los pronósticos reservados. El estado del clima en América Latina y el Caribe 2021 pone de manifiesto que las intensas olas de calor e incendios forestales no se circunscriben a Europa y parte de Estados Unidos. También a América del Sur. Por ejemplo, la sequía plurianual en la cuenca del Paraná-Plata, la peor desde 1944, afectó al centro-sur del Brasil y a partes del Paraguay y Bolivia. Así como a Chile.
Estos fenómenos exacerbados derivan en otras secuelas igualmente de alto impacto: muertes, desplazamiento de poblaciones, pérdidas de cosechas, inseguridad alimentaria e hídrica. Además de repercusiones en los ecosistemas, la salud de las personas y más pobreza. Millones de personas al borde del hambre en Centroamérica.
Las tasas de deforestación fueron las más elevadas desde 2009, y ello no solo perjudicó al medioambiente, sino que además socavó las iniciativas de mitigación del cambio climático. Los glaciares andinos han perdido más del 30 % de su superficie en menos de 50 años. Y la “megasequía” que azota la zona central de Chile es la más pertinaz del último milenio.
El secretario general de la OMM, Petteri Taalas, se refirió a los riesgos hidrometeorológicos recogidos en el informe. “Las sequías, las olas de calor y de frío, los ciclones tropicales y las crecidas han causado la pérdida de cientos de vidas. Ocasionado graves daños en la producción agrícola y las infraestructuras y, han provocado desplazamientos de población”.
Las tasas de deforestación fueron las más elevadas desde 2009, y ello no solo perjudicó al medioambiente, sino que socavó las iniciativas de mitigación del cambio climático. Los glaciares andinos han perdido más del 30 % de su superficie en menos de 50 años. Y la “megasequía” que azota la zona central de Chile es la más pertinaz del último milenio.
“Se prevé que la creciente subida del nivel del mar y el continuo calentamiento de los océanos sigan afectando a los medios de subsistencia, el turismo. La salud, la alimentación, la energía y la seguridad hídrica en las zonas costeras, en particular en las islas pequeñas y los países de América Central. Para muchas ciudades andinas, el deshielo de los glaciares representa la pérdida de una importante fuente de agua dulce que actualmente se destina a uso doméstico, riego y generación de energía hidroeléctrica”, agregó Taalas.
En América del Sur, la continua degradación de la pluviselva amazónica sigue siendo una preocupación. Tanto para la región como para el clima a escala mundial. Tomando en cuenta la función que desempeña ese tipo de bosque en el ciclo del carbono”, dijo.
Asimismo, Mario Cimoli, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), refirió que el agravamiento del cambio climático y la pandemia afectaron la biodiversidad de la región. Y estancaron décadas de progreso contra la pobreza, la inseguridad alimentaria y la reducción de las desigualdades en la región.
La OMM coincide con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en que la configuración de las precipitaciones está cambiando y las temperaturas están aumentando. Y muchas zonas están experimentando cambios en la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos.
Los dos grandes océanos que flanquean el mapa de América Latina y el Caribe (el Pacífico y el Atlántico) absorben los males del cambio climático. Se están calentando y acidificando como consecuencia del dióxido de carbono. Al mismo tiempo que el nivel del mar también está aumentando.
Desafortunadamente, se prevé un agravamiento de los impactos en la región, ya que la atmósfera y el océano siguen cambiando rápidamente. El suministro de alimentos y agua se verá alterado. Pueblos y ciudades, así como la infraestructura necesaria para mantenerlos, estarán expuestos a riesgos cada vez mayores.
La salud y el bienestar de las personas se verán afectados negativamente, al igual que los ecosistemas naturales. Las condiciones de sequía probablemente se intensificarán en la Amazonia, el noreste del Brasil, América Central, el Caribe y algunas partes de México. Mientras que los efectos de los huracanes podrían aumentar en América Central y el Caribe. La crisis amenaza sistemas vitales de la región, como los glaciares de los Andes, los arrecifes de coral de América Central. O, la selva amazónica, cuya situación está cerca de ser crítica y corren el riesgo de presentar daños irreversibles.
En la región se produjeron 175 desastres durante el período 2020-2022, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR). De ellos, 88 % se debieron a causas meteorológicas, climatológicas o hidrológicas. Esos peligros fueron la causa del 40 % de las muertes por desastres y del 71 % de las pérdidas económicas.
El cambio climático impulsa alteraciones en el medioambiente y clima de América Latina y el Caribe, como por ejemplo: el nivel del mar en la región continuó subiendo a un ritmo más rápido que a escala mundial. Sobre todo a lo largo de la costa atlántica de América del Sur al sur del ecuador. Y en el Atlántico norte subtropical y el golfo de México.
La “megasequía” que castiga la zona central de Chile prosiguió en 2021, en su decimotercer año hasta la fecha. Lo convierte en la más prolongada que afecta a la región en el último milenio, agravando una tendencia al aumento de la sequedad. Y poniendo a Chile a la cabeza de la crisis hídrica de la región. Además, una sequía plurianual en la cuenca del Paraná-Plata y a partes del Paraguay y de Bolivia.
En la cuenca del Paraná-Plata, los daños a la agricultura causados por la sequía redujeron las cosechas, en especial las de soja y maíz, y ello afectó a los mercados agrícolas mundiales. En el conjunto de América del Sur, las condiciones de sequía provocaron un descenso del 2,6 % en la cosecha de cereales de 2020/2021 con respecto a la temporada anterior.
La temporada de huracanes del Atlántico de 2021 fue la tercera más activa de la que se tiene constancia en esa cuenca. Se registraron 21 tormentas con nombre (incluidos siete huracanes). Fue la sexta temporada consecutiva de huracanes en el Atlántico por encima de lo normal.
Además, 7,7 millones de personas en Guatemala, El Salvador y Nicaragua experimentaron altos niveles de inseguridad alimentaria en 2021. A lo que contribuyeron factores como el efecto continuado de los huracanes Eta e Iota de finales de 2020 y las repercusiones económicas de la pandemia.