Las naciones con menores ingresos están en desventaja frente a los adinerados. El desnivel alcanza a la educación, salud, alimentación, agua, vacunas y otros indicadores básicos. También los hace más vulnerables frente a los fenómenos climáticos extremos, aunque son los que menos contribuyen con las emisiones de gases de efecto invernadero. La financiación climática que los países ricos darían a los pobres sigue en mora.
Durante el encuentro de Naciones Unidas sobre cambio climático en Copenhague (2009) se establecieron una serie de acuerdos para la adaptación y mitigación de la crisis climática. Las economías más poderosas asumieron el compromiso de movilizar 100.000 millones de dólares anuales para asistir a los países con mayores necesidades en la implementación de esos objetivos. La promesa no se ha cumplido.
Los países ricos se han quedado cortos en sus aportes. Con casi 17.000 millones de dólares por debajo de su compromiso de entregar colectivamente 100.000 millones de dólares para la financiación climática al año para 2020. Este comportamiento lo demuestran los últimos datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Las cifras revelan que las naciones ricas movilizaron $83.300 millones de financiamiento climático, un aumento del 4% con respecto al año anterior. Pero inferior al objetivo de $100.000 millones que se propusieron en 2009.
En estos años de retrasos en los desembolsos, 2020 era la fecha límite para lograr la meta de financiamiento climático. Ahora nuevamente se espera que los países desarrollados lo cumplan en 2023, tal como indicaron en la COP26, en Glasgow en noviembre de 2021. Investigaciones anteriores sugieren que EE UU es responsable de la gran mayoría del déficit.
El informe de la OCDE precisa además que la mayor parte de la financiación climática fue en forma de préstamos en lugar de subvenciones. Y se destinó a países asiáticos y de ingresos medios.
Asia recibió el 42 % de la financiación, aproximadamente igual a su parte de la población mundial, mientras que África recibió el 26 % y las Américas el 17 %. En específico, los países de ingresos medianos bajos recibieron el 43 % de la financiación y, los países de ingresos medianos altos obtuvieron el 27 %. Los países de bajos ingresos, que representan alrededor del 9 % de la población mundial y son los que más necesitan financiación climática , recibieron el 8 %. Retraso y defectuosa repartición de los fondos.
Este financiamiento climático de 2020 estuvo impulsado principalmente por un aumento en los flujos públicos.
Durante el período 2013-2020, la financiación climática pública representó la mayor parte del total. Aumentando de 38.000 millones en 2013 a 68.300 millones en 2020. Del total, los flujos multilaterales crecieron 138 % en el plazo y flujos bilaterales lo hicieron en 40%.
La financiación climática privada movilizada, para la que solo se dispone de datos comparables de 2016, aumentó casi un 30 % durante 2016-20, a pesar de una caída entre 2019 y 2020. La proporción de créditos a la exportación relacionados con el clima en el total sigue pequeña.
La mayor parte de la financiación climática en 2020 se destinó a los esfuerzos de mitigación del cambio climático. Pero el aporte para la adaptación siguió creciendo y representó un tercio del total. La financiación de la mitigación se centró en actividades de energía y transporte. Mientras la de la adaptación se centró en actividades de abastecimiento de agua y saneamiento; agricultura, silvicultura y pesca.
Al igual que en años anteriores, en 2020 la financiación climática pública se materializó principalmente en forma de préstamos, representando el 71 % del total, lo que supuso un aumento del 8 % en términos de volumen con respecto a 2019. El volumen de financiación climática pública proporcionada en forma de subvenciones también creció en términos absolutos representando el 26% del total.
El secretario general de la OCDE, Mathias Cormann, comentó que lograr el objetivo el próximo año es «crítico para generar confianza. A medida que continuamos profundizando nuestra respuesta multilateral al cambio climático». Aumentar la financiación para los países más afectados por los impactos climáticos es uno de los objetivos clave de la COP27 en Egipto.
“Sabemos que hay que hacer más. El financiamiento climático creció entre 2019 y 2020. Pero como esperábamos, no alcanzó el aumento necesario para alcanzar la meta de $100 mil millones para 2020”, añadió. “Mientras los países continúan lidiando con las implicaciones económicas y sociales de la pandemia y la guerra de Rusia contra Ucrania, estamos viendo que el cambio climático causa impactos adversos generalizados. Y pérdidas y daños relacionados con la naturaleza y las personas”.
Por su parte, Joe Thwaites, un defensor de la financiación climática internacional en el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC), se refirió sobre el informe a Climate Home News. “Confirma lo que se temía en gran medida sobre la financiación climática en 2020: que los países desarrollados no cumplieron con la meta que vencía ese año. Que la movilización de la financiación privada se ha estancado totalmente. Y que, a pesar de una creciente crisis de la deuda, la mayor parte de la financiación climática pública sigue siendo en forma de préstamos”.
Joe Thwaites resaltó que “es bueno ver que la financiación de la adaptación climática creció significativamente en 2020. Esto hace que el compromiso de la COP26 de duplicar la financiación de la adaptación para 2025 parezca alcanzable. En camino de lograr el equilibrio con la financiación de la mitigación que exige el Acuerdo de París”.
La actualización de la OCDE se publicó antes de lo habitual para ajustarse a los plazos de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Y de esta manera contribuir al debate y nuevas exigencias en la próxima cumbre climática en Egipto.