La mala calidad del aire que se respira en el mundo provoca millones de muertes anuales, especialmente en los países más pobres. Con esta premisa, la Organización Mundial de la Salud actualizó por primera vez desde 2005 sus criterios de referencia para determinar la calidad del aire. A partir de ahora, algunos tipos de contaminantes poseen un límite de seguridad más bajo con el fin de salvar vidas y proteger el medioambiente.
Para actualizar su lista de referencia, la agencia de la ONU se ha basado en más de 500 investigaciones y artículos académicos sobre la contaminación atmosférica. Explican que las pruebas acumuladas «son suficientes» para justificar la adopción de nuevas medidas que reduzcan la exposición de la población a los principales contaminantes atmosféricos en todo el mundo.
Después de 16 años, ahora hay un conjunto de pruebas «mucho más sólidas que demuestran cómo la contaminación atmosférica afecta a diferentes aspectos de la salud, en concentraciones incluso más bajas de lo que se entendía anteriormente”, ha dicho la OMS.
La actualización de los criterios de referencia que determinan la calidad del aire presente en la atmósfera se enfoca en varios contaminantes. Partiendo del ozono (O3), cuyo límite se redujo del nivel de 120 µg/m3 recomendado en 2005, a 100 μg/m3 de media en 8h.
El ozono es uno de los principales componentes de la niebla tóxica. Se forma por la reacción con la luz solar con contaminantes procedentes de vehículos, los disolventes o la industria. Actualmente, 19 países de la Unión Europea (UE) superan los límites impuestos hace más de una década por la OMS, sobre todo en primavera y verano en los países situados al sur del continente.
La agencia de la ONU ha mencionado algunos efectos adversos que tiene respirar exceso de ozono. Van desde problemas respiratorios y asma, hasta reducir la función pulmonar u originar enfermedades pulmonares.
En cuanto al dióxido de nitrógeno (NO2), los valores fijados en las nuevas directrices de la OMS se mantienen en 40 μg/m3 de media anual y 200 μg/m3 de media en 1h. Como contaminante atmosférico, el NO2 está presente en varios procesos de combustión. Por ejemplo, el uso de la calefacción, la generación de electricidad y los motores de vehículos y barcos.
Los efectos para la salud del NO2 incluyen diversos síntomas de bronquitis en niños asmáticos y la disminución del desarrollo de la función pulmonar.
Las directrices de la OMS para proteger a la población y mantener la calidad del aire también actualizan los valores del dióxido de azufre (SO2). La concentración de SO2 en períodos promedio de 10 minutos no debería superar los 500 µg/m3. Diversos estudios indican que un porcentaje de las personas con asma experimenta cambios en la función pulmonar y síntomas respiratorios tras períodos de exposición al SO2 en esta cantidad de tiempo.
Por otro lado, la revisión de los límites referentes a la concentración de SO2 en 24 horas, ha descendido de 125 a 20 μg/m3. Este es uno de los umbrales que más se han reducido. Y es que actualmente los niveles de dióxido de azufre que son nocivos para la salud son sumamente inferiores a los que se anunciaron en 2005.
Este gas se genera con la combustión de fósiles como el carbón y el petróleo. También la combustión de fósiles que contienen azufre como la calefacción doméstica, la generación de electricidad y los vehículos a motor.
Estar expuesto a niveles superiores del nuevo límite establecido por la agencia de la ONU afecta directamente al sistema respiratorio de las personas, provocando tos y secreción. Así como sus funciones pulmonares, agravando el asma y generando bronquitis crónica. Incluso puede causar irritación ocular. Los ingresos hospitalarios por cardiopatías y la mortalidad aumentan en los días en que los niveles de SO2 son más elevados, según la OMS. Mientras que al combinar el SO2 con el agua se convierte en ácido sulfúrico. Este es el principal componente de la lluvia ácida que causa la deforestación del planeta.
Además de los valores, las nuevas directrices sobre la calidad del aire de la OMS establecen metas intermedias para concentraciones de PM10 y PM2,5 destinadas a promover una reducción gradual, de concentraciones altas a otras más bajas.