Una idea que nació en 1881 sobre el aprovechamiento de las potencialidades del océano como generador de energía renovabl, está retomando impulso y adquiriendo vigor como forma de ayudar a las islas a descarbonizarse. La tecnología consiste en la conversión de energía térmica oceánica a través del uso de la diferencia de temperatura entre la capa superficial cálida y las capas más profundas y frías.
Hace 140 años el físico francés Jacques Arsene d’Arsonval, estudioso de los efectos de la electricidad en los organismos biológicos, habló de la energía maremotérmica. Un tipo de energía renovable que utiliza la diferencia de temperatura oceánica para mover una máquina térmica y producir electricidad.
Posteriormente, en 1926 el ingeniero francés Georges Claude presentó a la Academia de Ciencias de París un modelo a escala que demostraba la posibilidad de aprovechar esta energía térmica. Sin embargo, las pruebas en el mar no tuvieron éxito.
La primera a lo largo de las costas cubanas (1929-30), en la bahía de Matanzas, que funcionó 11 días hasta que fue destruida por una tempestad. Y luego en aguas de Río de Janeiro (1934-35), que si bien demostraron la viabilidad del proyecto de Claude, acabaron en fracaso. A causa de los efectos del movimiento del oleaje sobre la conducción sumergida. En la actualidad hay mejores propuestas.
Tradicionalmente, los sistemas utilizaban el agua de mar caliente de la superficie para evaporar un fluido de bajo punto de ebullición, que produce un vapor que hace girar una turbina para generar electricidad. Ahora se emplea agua fría de las profundidades del océano para enfriar el vapor y condensarlo de nuevo en un líquido para que el ciclo pueda continuar. Esto significa que no necesita utilizar combustibles fósiles como petróleo, gas o carbón para producir electricidad.
Este vapor se usa para empujar las aspas de una turbina, que es como un molinillo. Cuando gira, produce electricidad. Después, se emplea el agua fría de la parte profunda del océano para convertir el vapor de nuevo en líquido. Es como cuando el vapor del aliento en un día frío se convierte en gotitas de agua en una ventana.
Este líquido se calienta de nuevo y el proceso se repite una y otra vez. Este sistema de aprovechamiento de potencialidades del océano, tiene importantes ventajas medioambientales sobre los combustibles fósiles. Además requiere menos terreno que las tecnologías de energía renovable como la solar, la eólica, la biomasa y la hidroeléctrica. Además, tiene la capacidad de producir mucha más energía útil y asequible que la que podría generarse a partir de otras fuentes renovables.
Otra de las ventajas de esta tecnología incluye la posibilidad de proporcionar electricidad de forma continua (no intermitente). Al mismo tiempo que proporciona refrigeración sin consumo de electricidad.
El desafío es que la pequeña diferencia de temperatura necesita volúmenes muy importantes de agua con pérdidas de presión mínimas. Esto requiere grandes bombas de agua de mar, grandes sistemas de tuberías y grandes tuberías de agua fría que funcionen casi continuamente en un entorno hostil y corrosivo. Parece especialmente adecuado y económicamente viable para islas remotas en mares tropicales donde la generación se puede combinar con otras funciones. Por ejemplo, aire acondicionado y producción de agua dulce.
En la actualidad, solo hay conectadas a la red dos centrales a escala piloto en Hawai y Japón, que generan energía suficiente para unos cientos de hogares. Sin embargo, una empresa emergente con sede en el Reino Unido, Global OTEC, está decidida a superar estos retos y liderar un renacimiento de la energía oceánica. La empresa presentó conceptos avanzados en el proyecto Dominique en el Foro Internacional de Viena sobre Energía y Clima (IVECF) en Austria. Su plataforma de Conversión de Energía Térmica Oceánica de nueva generación es capaz de generar 1,5 MW.
La plataforma aprovecha las aguas del océano para generar energía renovable, mediante un conjunto de módulos OTEC y está previsto que se instale en Santo Tomé y Príncipe en 2025.
“Sabemos que Dominique cambiará la vida de las pequeñas islas y las naciones costeras.Y por eso vemos que el ritmo del proyecto va por buen camino. Esta es una lección importante que queremos compartir con los inversores. La colaboración público-privada ha permitido llevar a cabo sin problemas muchos estudios. Tecnoeconómicos, medioambientales y sociales críticos para avanzar hasta este punto”, dijo Dan Grech, fundador y consejero delegado de Global OTEC.
La empresa optó por un diseño único de barcaza flotante para hacer frente a los caros requisitos de infraestructura de las centrales OTEC terrestres tradicionales. El diseño elimina la necesidad de múltiples tuberías kilométricas fijadas al lecho marino. Esto reduce considerablemente los costos del proyecto. Aunque la tecnología aún no se ha probado en gran medida a esta escala, Global OTEC confía en su diseño.
Recientemente obtuvo una certificación de diseño clave para la tecnología de tuberías frías de Dominique. Un hito fundamental en su búsqueda de la viabilidad.
Global OTEC realizará un estudio geotécnico (del lecho marino) y finalizará el diseño detallado del sistema específico del proyecto, seguido de la construcción e instalación del sistema. La empresa espera empezar a poner en servicio Dominique a finales de 2025.
La tecnología de la energía térmica oceánica puede complementar las energías renovables intermitentes, como la eólica y la solar. Y proporcionar a estas islas energía de base, reduciendo significativamente su dependencia de los combustibles fósiles y allanando el camino hacia un futuro más ecológico y sostenible.