La ola de calor extremo y la prolongada sequía agotan el suministro de agua en España. Impresionantes imágenes muestran grandes extensiones de tierras desecadas y agrietadas, ausente de cultivos. Un paisaje desolador. Embalses a niveles mínimos drenan espaciadamente sus aguas. Una situación cada vez más preocupante.
La sequía es un fenómeno habitual en la península ibérica debido a su situación geográfica. Pero algo está cambiando. La crisis climática hace que los períodos secos sean cada vez más intensos y duraderos. Asimismo, hay que sumar el aumento en los usos y consumo de agua, que sitúa al país ante un escenario de escasez real de agua o sequía hidrológica.
El Ministerio de Transición Ecológica señala que la reserva hídrica española está al 50,1% de su capacidad total, con un volumen de 28.074 hectómetros cúbicos de agua. Muy por debajo de la media de la última década que se situó en 68,7%. En abril se reportaron descensos en el agua embalsada, en un mes que tradicionalmente las lluvias incrementan el balance de los pantanos.
Localidades como Bélmez, en la provincia de Córdoba, Andalucía y otras ciudades del sur rompieron récords de temperaturas altas el mes pasado. Los embalses de la región están al 25% de su capacidad, tras más de un año de escasez de precipitaciones. Igualmente, en la comunidad de Cataluña se han registrado eventos dramáticos.
Santi Caudevilla está muy preocupado ante su campo de maíz atrofiado y marchito. «Si el tiempo no cambia, será cero. No se va a cosechar nada», afirma. Además de maíz, cultiva sorgo y otros productos en Gimenells, Cataluña y se ha visto muy afectado por la grave sequía que azota esta zona del noreste de España. «Estamos en un desierto», afirma.
La falta de agua empieza a ser una crisis existencial para agricultores como Caudevilla, que está inquieto por el futuro de su actividad y de los consumidores. Sequía y calor, mezcla devastadora. Cada vez es más difícil llegar a fin de mes, ya que los cultivos se marchitan por falta de agua o no se pueden plantar.
La sequía es una realidad en este rincón de España. «Son típicas del clima mediterráneo de Cataluña», afirma Albert Ruhi a CNN. Es ecólogo de agua dulce de la Universidad de California en Berkeley, originario de Cataluña. Pero una importante falta de lluvia y nieve han hecho que este año sea mucho, mucho más seco.
Entretanto, Samuel Reyes, director de la Agencia Catalana del Agua, sostiene que «este es el peor período que hemos tenido en los últimos 100 años». En la región no se habla de otra cosa.
Incluso, semanas atrás, fue noticia la imagen de los restos de la iglesia en el Pantano de Sau, en Barcelona, que permanecía hundida bajo las aguas. Antes, cuando el caudal era mucho mayor solo sobresalía a la vista el campanario de la iglesia. Ahora con la sequía extrema se ve la iglesia completa, en su esplendor. El nivel del pantano hace tres meses era del 63% de capacidad, y actualmente se encuentra al 37%.
La falta de agua está teniendo un impacto catastrófico en las granjas de toda la región. «No hay precedentes», señala Martí Costal, responsable de agua de las Juventudes Agrarias y Ganaderas de Cataluña (JARC).
La mayoría de las cosechas de trigo y cebada en tierras de riego pluvial se perderán. Y en tierras de regadío se reducirán a la mitad, comenta Costal. «Si no llueve en mayo será un desastre», agrega.
El problema se extiende más allá de Cataluña. España lleva en sequía prolongada desde finales de 2022, según Ricardo Torrijo, portavoz de la AEMET, el servicio meteorológico nacional español.
En marzo, el país solo recibió el 36 % de la precipitación media mensual, lo que lo convirtió en el segundo marzo más seco de este siglo. La tendencia continuó en abril, que podría acabar siendo el más seco jamás registrado, comentó el experto a la cadena estadounidense.
Las condiciones de sequía se han visto exacerbadas en España por unas temperaturas abrasadoras que recuerdan más a mediados de julio que a la primavera. En la ciudad de Córdoba, el termómetro marcó 38,8 °C la semana pasada.
La combinación de sequía y calor ha avivado los temores de que se repita lo sucedido el verano boreal pasado, cuando el país sufrió olas de calor muy fuertes y los incendios forestales que quemaron 306.000 hectáreas. Los inusualmente tempranos incendios en esta primavera ya han quemado más de 4.000 hectáreas en Castellón.
Además, la sequía afecta el 60 % del territorio español y ha destruido cultivos en 3,5 millones de hectáreas, informa la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos.
La ganadería está también en peligro. Los agricultores necesitan pastos para alimentar a sus animales. Sin ellos, se ven obligados a comprar alimentos. También se prevén pérdidas en los huertos frutales, los viñedos, la producción de aceite de oliva y el cultivo de hortalizas, advierte Serge Zaka, agrometeorólogo.
«Estas condiciones agroclimáticas conducen a un desastre agrícola», resalta. La falta de vegetación también impide a las abejas producir miel. Los apicultores se enfrentan a una tercera temporada consecutiva sin cosecha debido a la escasez de agua.
Los científicos de la Unión Europea descartan “soluciones milagrosas” para preservar el agua, ante las altas temperaturas y ausencia de lluvias. “No hay una solución mágica ni mucho menos milagrosa. No podemos solucionar un problema de esta complejidad e intensidad en un año. Hay que desplegar un abanico de soluciones que, con el tiempo, creen una resiliencia para el agua”, comenta un científico del Centro de Investigación Común.
Según sus datos más, un cuarto del territorio de la UE se encuentra actualmente en fase de alerta por la sequía. Una situación que enlaza con el hecho de que el año 2022 fue el más cálido de los últimos 500 años en Europa.
Ante la falta de grandes nevadas este invierno en los Alpes, que dejan muy poca agua en el deshielo, los científicos auguran que las próximas semanas, antes de que llegue el verano, “serán claves. Para definir la disponibilidad de agua de la agricultura” en las cosechas cercanas a los Alpes, como el valle del Po italiano.
En un informe del mes pasado sobre la sequía, el centro alertó sobre la escasez de lluvias en España, Francia y el norte de Italia. Y mostró su “preocupación” por el suministro de agua en los sectores más afectados por la sequía: la agricultura y la producción de energía por su impacto en las centrales hidroeléctricas.
Otro informe, recogido por Xataca, indica que las sequías podrán sucederse con mayor o menor frecuencia. Pero parece que el proceso de aridificación está en marcha y quizás la capacidad para mitigar el proceso sea limitada.
Mientras a los productores, comunidades y autoridades les preocupa la prolongada sequía en buena parte del territorio de España, Jorge Rey, cree que se acerca el fin de ese período. Rey es un aficionado a la meteorología. En su última publicación anunció el fin de la sequía a través de un peculiar método: los movimientos de las hormigas.
«En mi área, las hormigas están extrayendo tierra frenéticamente de sus hormigueros», dice el colaborador Pablo Ochera, observador de la Naturaleza. Basándose en esto, estima que «en unas tres o cuatro semanas, como máximo, habrá una gota fría o DANA».
Los animales son sensibles a los cambios climáticos, especialmente las hormigas, que pueden detectar incluso los cambios atmosféricos más sutiles con sus antenas. La predicción de las hormigas es un método tradicional sin fundamento científico basado en la observación. Resulta que cuando las hormigas trasladan sus hormigueros a una mayor altura o con distintos materiales, es una señal de que lloverá.
Rey refiere que, según los modelos meteorológicos, habrá un cambio significativo en el tiempo en unos diez días, reseña El Periódico de Extremadura. «El anticiclón se desplazará hacia el norte, llevando consigo borrascas atlánticas hacia la península ibérica y pondrá fin a la sequía con grandes volúmenes de lluvia», sentenció.