«Fenómenos climáticos se han extremado por el calentamiento global, devastando con particular severidad regiones de Argentina, Uruguay, Brasil y Bolivia. La fuertes y prolongadas sequías en estos países de América del Sur arrojan saldos preocupantes de pérdidas de cultivos y deterioro de suelos, con la consecuente merma en la producción de alimentos y en los ingresos.
Desde el último trimestre de 2022 hasta la fecha la sequía estacional se ha exacerbado en la región centro-sureña de América del Sur.
Uruguay declaró en octubre una emergencia agrícola que se extendió en tiempo y alcance hasta enero. En ese lapso es palpable el deterioro de las condiciones de cultivo, afectando a los agricultores y residentes, que ya eran vulnerables en el corazón agrícola del continente.
Asimismo, la salud de los cultivos en Argentina está en franco detrimento. Ese país es ahora más pobre, con impactos severos en las cosechas de trigo y soja. Argentina experimenta una disminución del 61% en los ingresos por exportaciones de granos y semillas oleaginosas entre enero de 2022 y enero de 2023.
Simultáneamente a la sequía se experimentaron olas de calor sin precedentes, que según un estudio de World Weather Attribution (WWA) son más intensas debido al cambio climático. Y aquejan la región. Explica que el calor continuo exacerba los impactos de la sequía en la agricultura, provocando estrés por calor y por agua en los cultivos.
En los cerros del altiplano en Bolivia los comuneros se reúnen para rezar de rodillas. Piden mirando al cielo lluvias. Su ganado, sus cultivos y sus familias están afectadas. Igual sucede en el oriente del país. Los suelos están rajados y es posible ver animales en el suelo sin vida. El Chaco boliviano tiene el mismo problema. El gobierno definió planes de emergencia.
La brutal sequía y la pérdida de cultivos que aflige a varios países de América del Sur, alcanza también a Brasil.
La región del sudeste, que incluye San Pablo y parte de la Cuenca del Plata, estuvo afectada por sequías hasta hace poco. Lo mismo que el centro-oeste, en la región de Pantanal. Actualmente se reporta una situación de sequía en el oeste de la Amazonía, en la parte de Rondonia que incluye también a la Amazonía del Perú. Estas condiciones afectan los cultivos, los suelos, el transporte fluvial y generan un problema de crisis hídrica en las grandes ciudades. Además del impacto económico.
La caída en la producción agrícola impactó sobre el nivel de actividad económica, de allí que en 2022, el PIB se comportó inferior a lo esperado, limitando el abastecimiento de divisas.
El informe de WWA sostiene que el cambio climático no está causando la sequía de varios años que está devastando partes de Argentina, Uruguay, Brasil y Bolivia. Pero el calentamiento global está empeorando algunos de los impactos de este fenómeno climático.
La condición climática natural de tres años, La Niña -un enfriamiento del Pacífico central que cambia el clima en el mundo temporalmente- esta vez duró mucho más de lo normal. Y es el principal culpable de una sequía que ha devastado regiones de América del Sur y que aún continúa.
Dice el estudio que la sequía ha afectado a esos países desde 2019 y 2022 fue el año más seco en el centro de Argentina desde 1960, hubo pérdidas generalizadas de cosechas. Y Uruguay declaró una emergencia agrícola en octubre. El suministro de alimentos, agua y el transporte también se vieron obstaculizados.
La coautora del estudio Friederike Otto del Instituto Grantham en el Imperial College de Londres se refiere a ese comportamiento climático. Y afirma que “debido al aumento extremo del calor que vemos, los suelos se secan más rápido y los impactos son más severos que los que tendrían de otra manera”. De allí, el saldo preocupante dejado por la sequía en los cultivos de estos países de América del Sur.
El calor aumentó la evaporación de la poca agua que hay, empeoró la escasez natural de agua y se sumó a la destrucción de cultivos, dijeron los científicos. El mismo grupo descubrió que el cambio climático hizo que la ola de calor de diciembre pasado fuera 60 veces más probable.
Mientras la tala de árboles en el sur de la Amazonía en 2020 alcanzó la tasa más alta en una década. Eso se traduce en menos humedad disponible más al sur de Argentina, dijo la autora principal del estudio, Paola Arias. Científica climática y profesora de la Escuela Ambiental de la Universidad de Antioquia en Colombia.
El equipo de científicos utiliza observaciones y modelos climáticos para ver si encuentran un factor de cambio climático en la frecuencia o la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos. Compara lo que sucedió con la frecuencia con la que sucedió en el pasado y ejecutan simulaciones por computadora que contrastan la realidad con lo que habría sucedido en un mundo sin el cambio climático.
En el caso de esta sequía, los modelos en realidad muestran un aumento leve, no significativo, en la humedad debido al cambio climático. Pero una clara conexión con La Niña, que según los científicos está disminuyendo. La región tardará meses, si no más, en salir de la sequía, y eso depende de si aparece la otra cara de La Niña, El Niño, indicó el coautor del estudio Juan Rivera. Científico del Instituto Argentino de Investigación de la Nieve, Glaciología y Ciencias Ambientales.
En el pasado, el equipo de científicos no encontró una conexión obvia con el cambio climático en algunas sequías e inundaciones en América del Sur. Pero encontraron que el calentamiento global es un factor en la mayoría de los climas severos que investigan.
“Una de las razones por las que hacemos estos estudios de atribución es mostrar cuáles son los impactos reales del cambio climático. Y no es que el cambio climático empeore todo”, insistió Otto. “No todo lo malo que está sucediendo ahora se debe al cambio climático”.